Dar que hablar

Ese es el mecanismo de propagación de leyendas urbanas tan célebres como que Walt Disney se encuentra criogenizado a la espera del milagro científico o aquel bochornoso episodio que protagonizó Ricky Martin en 'Sorpresa, Sorpresa'. Pero la leyenda urbana también es parte del folk, de una cultura popular que nada tiene de mentira y sigue teniendo en la transmisión oral su baluarte más fiable, ya que es la oralidad y no otra forma de comunicación la que amamanta al meme como unidad de herencia cultural. El meme puede ser entendido como el conocimiento bueno para una comunidad, tan bueno que posee la capacidad de autorreplicarse.

En este sentido, el acrecentado uso de los medios sociales (e-mails, foros, chats o wikis) favorecen y emulan como ningún otro medio la comunicación interpersonal que, a su vez, facilita la propagación "boca a boca". Mientras que la información distribuida por un medio tradicional discurre de forma lineal y unilateral, del medio al receptor pasivo, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, el mensaje se reproduce geométricamente, de forma matricial y no lineal. De hecho, algunas empresas como Google tienen políticas publicitarias muy restringidas y dedicadas casi exclusivamente a fomentar el boca a boca. GMail es un claro ejemplo del éxito de esta no-publicidad.

El márketing viral juega con esa intriga curiosa que corroe al género humano, con la sorpresa que nos provoca lo que es impactante, gracioso o inverosímil. Esa misma pulsión morbosa es la que nos arrastra a compartir ese conocimiento y formar parte, muchas veces de forma inconsciente, de los engranajes de la maquinaria comercial de una empresa. Válgame el símil biologicista, el márketing viral se instala en nuestros sistemas sociales como un virus lo haría en nuestro organismo para aprovecharse y explotar las redes de contactos que nos sustentan, alimentándose de esas células sociales con el fin exclusivo de crecer y propagarse.

No obstante, el márketing viral es la faceta más pecuniaria de la comunicación viral. Con otros propósitos menos lucrativos (al menos económicamente), han proliferado las flashmobs ("multitud instantánea" en castellano), convocatorias para movilizar masas mediante mensajes que circulan a través de medios telemáticos, principalmente Internet y teléfonos móviles. Aunque en su mayoría suelen tener un propósito superficial, que busca únicamente regodearse en comprobar cuánta gente se consigue congregar, este tipo de manifestaciones ciudadanas se ha revelado como un potente instrumento de reivindicación social en momentos de crisis. Basta con citar la jornada de reflexión electoral del 13-M como célebre ejemplo de ciudadanía soliviantada que se congregó en las sedes de un partido gobernante que parecía ocultar información sobre los autores de la masacre terrorista de Atocha. El "pásalo" fue el emblema de la búsqueda de la verdad y se mostró como uno de los principales elementos percutores de la comunicación viral, esta vez, al servicio de la opinión pública.

La juventud ha sido la principal promotora de este tipo manifestaciones no espontáneas, con objetivos tan dispares como la consecución de una vivienda digna o la organización de macrobotelleos por toda la geografía española.
No le faltaba razón a Goebbels con su verdad hecha a base de mil mentiras. Pero gracias a Dios, ni Goebbels conoció Internet, ni las mentiras que promulgó su régimen son, a día de hoy, lo suficientemente ruidosas.
2 Comments:
At 4:53 p. m.,
Jose Manuel Noguera said…
No utilices "medios de comunicación social" como sinónimo de "medios sociales". Lo primero alude a lo que entendemos tradicionalmente como medios de masas.
Nota OK+
At 10:01 p. m.,
Pedro Luis said…
Corrijo y tomo nota ;)
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