viernes, mayo 25, 2007

Vivir del blog

En el principio... fueron los blogs. Plataformas únicas para producir fácilmente informaciones propias que compartir con el mundo. Cualquier persona, en pijama y desde su casa, podía erigirse en productor activo de información. El tradicional sitio web corporativo estático y unidireccional ha perdido su sentido en la Internet que avanza a golpe de la Web 2.0. Los modelos de negocio que están proliferando parten de la idea es que siempre habrá un colectivo interesado en los contenidos que generes, por muy especializados o estrafalarios que sean.

La teoría de la long tail (publicada en un número de Wired de 2004 por Chris Anderson) avala esta perspectiva al hablar de una distribución de las audiencias al 20-80%. Un 20% de audiencia que seguirá visitando esos "lugares comunes" de la Web recurrentes hasta el aburrimiento, pero un aplastante "larga cola" del 80% hará sus pequeñas búsquedas personales (gracias, Google), acerca de sus dispares aficiones e intereses personales. Por ello, hay muchos entrepreneurs que ya se han dado cuenta de que los tiros van por ahí: crear nanomedios para cubrir las necesidades de esos pequeños pero fieles nichos de audiencia.



En este sentido, es significativo que una grande como AOL haya comprado una de las mayores redes de blogs comerciales del mundo, Weblogs Inc. O que en España haya nacido otra red de este género, Weblogs SL, que, con relativo éxito, ha hecho suyas muchas de las premisas de la cultura blog y la verticalidad de los medios sociales. No obstante, lo cierto es que hoy día es aún difícil vivir exclusivamente del blog. Aunque estas redes utilizan diferentes modalidades de pago a sus bloggers "profesionales", los sueldos de los más afortunados rara vez superan los 500 euros mensuales (existen escasas excepciones).

Lo cierto es que es un hecho, muchos blogs se están "corporativizando", con todos los pros y contras asociados al término. Comienza la era de los saturados ritmos de publicación, tan atractivos para la audiencia; los contenidos cuidados y plagados de términos google-friendly (asimilables por el buscador). Se acabó el conseguir los ingresos justos por publicidad para pagar un hosting y mantener a flote un trabajo hecho por amor al arte. Aquellos tipos en pijama que escribían desde sus casas se coordinan. Ahora se pagan sueldos a los editores, existen beneficios y pérdidas. Hay organización del trabajo virtual: una competitividad un poco menos sana, jerarquías, organigramas e incluso editores cotizados que protagonizan verdaderas "fugas de cerebros" a la competencia.

En definitiva, nace una filosofía empresarial mezclada con una residual cultura blogger y basada en el sustento de la publicidad, como si de un medio tradicional se tratara. Esto es, sin impactos demostrables en la audiencia, no hay ingresos. De ahí la desafortunada decisión que tomó Weblogs SL al decidir eliminar las sindicaciones RSS para evitar que sus usuarios obviaran su publicidad a través de agregadores, o lo que es peor, que visionaran la publicidad propia de estos últimos. Por si lo de meter a Don Dinero de por medio no era suficiente para cargarse el invento, ya se ha empezado a destruir uno de los pilares sobre los que se asienta el blogging: la socialización de la información. Como bien apunta Juan Varela: "La navegación es tan importante como los contenidos. La socialización de los contenidos es esencial para los blogs".




Desde Microsiervos, el que es uno de los blogs más leídos del ámbito hispano en la Red, ya planteaban hace unos meses el problema que puede suponer la entrada del capital en la blogosfera. Máxime cuando se trata de blogs de análisis de productos comerciales (como gadgets), y cuyos editores mantienen un contacto muy directo con los fabricantes que les suministran los productos de "testeo" y les colocan un par de banners contextuales. Son demasiados los intereses en juego como para confiar en la imparcialidad de un medio típicamente subjetivo, nacido para la expresión del yo. Máxime cuando cada vez son más las empresas que crean engañifas como los blogs comerciales encubiertos, lacados por el barniz de transparencia y naturalidad que aporta el formato blog, pero carcomidos por el ánimo de lucro de quienes los financian.

Por esto, el peligro que llevan asociados los blogs comerciales es terminar quemando el propio fenómeno blog, minar la ya de por sí dudable credibilidad que supone el seguir las actualizaciones periódicas de auténticos desconocidos. La pregunta, en definitiva, es: ¿qué es más perjudicial para la blogocosa: el amateurismo o el profesionalismo? El periodismo participativo apuesta por el primero como un sinónimo de independencia; los blogs comerciales apuestan por el segundo, como una garantía de calidad en los contenidos, como si de "medios con comentarios" se tratara. ¿Será éste el fin del in blog we trust?

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